"Vislumbrados, quizá, por los adelantos técnicos y víctimas del vértigo al que nos someten las actividades en el mundo moderno, a veces no percibimos la deshumanización en que hemos caído, ni nos preocupamos por tomar medidas para que nuestra civilización esté acorde con la dignidad del hombre" ( José Manuel Sáinz Janini)
Una de las grandes falencias del médico en estos tiempos es lo poco que nos interesa el paciente, no se ve como una persona, como ser humano con necesidades, sino mas bien como una mercancía, "cuanto puedo sacarle", "no lo examino porque no podrá pagarme", etc.
Una de las grandes falencias del médico en estos tiempos es lo poco que nos interesa el paciente, no se ve como una persona, como ser humano con necesidades, sino mas bien como una mercancía, "cuanto puedo sacarle", "no lo examino porque no podrá pagarme", etc.
RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE.
El objetivo primero del médico es saber medicina, dado que en la misma magnitud en la cual domina la profesión podrá ejercerla con eficacia y calidad. El segundo objetivo, aparentemente obvio, es la manera en que se relaciona con el fin fundamental de su conocimiento: el paciente. El perfeccionamiento de la relación médico-paciente permite la realización plena de la profesión. La obviedad del concepto surgió porque nadie emprendería un camino tan largo y difícil como lo es el aprendizaje de la medicina si no tiene en mente el beneficio del paciente. En la práctica y en los resultados de descubre que ambos objetivos tienen una relevancia similar, porque el conocimiento científico puede ser insuficiente y torpe si no se ofrece con apego a ciertas normas de relación armónica y ética, que son las que le confieren el matiz artístico a la profesión.
Es prudente hacer una aclaración. El vínculo que se establece entre un médico y un paciente no sólo es la consecuencia de la actitud del primero matizada de simpatía, seguridad , fluidez del lenguaje, carisma y hasta humanismo, sino que es indispensable el apego a principios éticos establecidos, cuyo fin es normar la conducta del médico en circunstancias de complejidad tan amplia, que oscila desde el acto simple de una consulta hasta situaciones que rebasan el sentido común y la legislación para penetrar en el ámbito de la conciencia. Por otro lado , implica un proceso dinámico acorde de los cambios sociales y al progreso de la ciencia y tecnología.
En principio el binomio médico-paciente se integra en el momento en que una persona enferma solicita la ayuda de un profesional para solucionar su problema. Uno expresa los síntomas de su dolencia, el otro procesa la información y la complementa a través de un interrogatorio, hace las maniobras y los estudios que considera convenientes y , finalmente, le da un tratamiento.
COMUNICACIÓN MÉDICO-PACIENTE.
La relación médico-paciente se sustenta en una adecuada comunicación; se podría decir que en la perfección de la comunicación. Para alejar una perspectiva puramente técnica debe quedar establecida la responsabilidad ética del médico de conocer a su paciente no sólo en su segmento "enfermo", sino en su significado profundamente humano, así como su entorno afectivo, espiritual, social y cultural. Es sabido que en la transmisión del mensaje, elemento principal de la comunicación, es tan importante el emisor como el receptor, pero en el campo de la medicina es el médico el factor determinante, porque tiene la tarea de obtener la información que considera relevante, para lo cual es un profesional, en tanto que el paciente no tiene obligatoriedad sino disponibilidad, la cual ha de ser coherente con su autonomía-
El paciente tiene una capacidad de expresión variada dependiendo de su nivel cultural, de su particular situación de salud o de su edad, que a veces es anulada por inconsciencia o deficiencia mental, en cuyos casos se requiere la ayuda de terceros. El médico, en cambio, debe tener la disponibilidad de adaptarse a todos los niveles y hacer caso omiso de tecnicismos innecesarios. La información es fluida cuando hay confianza, cuando hay un sentimiento emanado espontáneamente con la actitud generosa del interrogador exenta de intereses ajenos.
El imperativo de información también tiene la limitación ética de no violar la intimidad del paciente cuando voluntariamente desea guardarla en el secreto y cuando, a juicio del médico es irrelevante para el problema de salud motivo del estudio y tampoco representa riesgos para terceros.
LA VERDAD.
La comunicación médico-paciente es bidireccional. El diálogo, generador de la información solicitada por el médico, implica respuesta a preguntas del paciente. La verdad en ética es un valor prima facie, debe ser respetado so pena de la pérdida de la confianza. De la misma manera que el médico necesita la verdad para una aproximación a las necesidades del paciente, éste necesita la verdad para la toma de decisiones, para ejercer su derecho de autonomía y autorizar toda la acción que se haga sobre su cuerpo, requiere información confiables. Sobre la base de este planteamiento la información debe ser verdadera. En la práctica médica debe ser medida en su imperativo y en sus consecuencias; debe ser resultado de una profunda reflexión y discutida con la familia. La verdad como virtud no exige que se diga toda la verdad, que sea pospuesta o que se guarde silencio si se sabe que causaría un sufrimiento catastrófico innecesario. En algunas personas ayuda a decir toda la verdad, pero siempre dejando una ventana de esperanza abierta y evitando ser lapidario. Lo que moralmente no está permitido es la mentira, que expresa algo distinto a lo que se sabe y su intención es engañar con fines alejados del bien del paciente, como ocultar errores en el diagnóstico o en el tratamiento o para provecho del médico o de terceros. Tampoco está justificada la mentira para apoyar un empecinamiento en el tratamiento y el uso de tratamientos no ortodoxos o de investigación no autorizada. Cuando los tratamientos de eficacia probada fracasa en las enfermedades incurables se proponen medidas mágicas con falsas esperanzas y objetivos mercantiles, lo cual está muy distante de la ética.
SECRETO PROFESIONAL.
A lo largo de la historia, la mayoría de códigos de ética en medicina han establecido la preservación en secreto de la información aportada por el paciente. La razón principal es el respeto a su intimidad, de la cual de ve obligado a relevar al médico hechos que de primera intención desearía guardar sólo para sí mismo, porque son privados o porque teme un deterioro de su honor. Una segunda razón es el temor de un uso adverso de dicha información por parte de otras personas, como la familia, los empleadores, y las aseguradoras; finalmente la tercera razón equivales a un ejercicio de la autonomía. En la práctica cotidiana este principio sólo se refiere a un deseado explícito del paciente sobre un aspecto específico de su enfermedad o sobre un pasaje de su vida ( secreto confiado o secreto prometido), o cuando el médico por experiencia conoce la importancia de su discreción, secreto natural. El resto de la historia clínica sólo requiere confidencialidad. Desde la perspectiva del médico, el respeto al secreto profesional se sustenta en su fidelidad al paciente, facilitadora de la confianza que le otorga el grado de confidente.
El ser depositario de un secreto es una responsabilidad que debe ser respetada con celo; su vigencia no es temporal, sino que es permanente y si es documentada por su valor clínico, debe ser protegida. Si por su relevancia en el diagnóstico y el tratamiento, como es el caso de los padecimientos psiquiátricos, el secreto es compartido, la obligatoriedad de preservarlo abarca a todo el personal involucrado.
El secreto profesional puede ser cancelado por diferentes razones. La primera es que el paciente, por su propia decisión, libere al médico de su obligación. La segunda es cuando el secreto puede causar daño a terceros, como la confesión de un crimen planeado, el abuso de menores, la participación de un delito o innumerables circunstancias similares que pueden convertir al médico en cómplice. La tercera es una actitud irresponsable en el manejo de una enfermedad con grave daño potencial a los demás, como el de una enfermedad contagiosa, un ejemplo puede ser el paciente con SIDA que le oculta la enfermedad a su pareja sexual. La cuarta es una enfermedad que por ley debe ser informada a las autoridades sanitarias. La quinta es la obligatoriedad de información que compromete al médico que tiene contrato con aseguradoras.
CONFIDENCIALIDAD.
Es la forma de guardar un secreto; implica confianza y seguridad recíprocas. Sin embargo, el secreto implica la información cuidadosamente conservada y oculta. implica la discreción, sobre todo lo que se sabe de un paciente, además de lo secreto. El principio ético de discrecionalidad comienza a quedar en conflicto cuando, más allá del cumplimiento de una función, el personal hace de la información un motivo de charla o comentarios. La confidencialidad debe ser un principio ético imperativo no sólo porque alguien puede hacer mal uso de la información, sino porque la mayoría de los pacientes prefieren que su intimidad sea protegida
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PERFIL DEL MÉDICO
http://www.slideshare.net/coco81/perfil-del-mdico http://www.slideshare.net/coco81/perfil-del-mdico
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